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MUCHAS MADRES DAN LECHE A SUS HIJOS PERO POCAS DAN MIEL


 

Lo escribió Erich Fromm en el libro “El arte de amar”. Recuerdo el día que me topé con esta frase. Todo mi ser se silenció. Ya era madre y me hizo replantear todas mis maneras y mis formas de relacionarme. Los tonos de voz, las miradas, las contestaciones, las palabras, la paciencia, el uso del tiempo, el vínculo que estaba teniendo con mis hijas en su totalidad. Hacemos, llevamos y traemos, estamos, nos ocupamos. Esa es la leche. La miel es añadir ternura y amorosidad a todas esas acciones que realizamos a diario, en nombre del amor. La delicia de esta charla madre beba se convirtió en viral e intuyo que tiene que ver con una escena de la vida común y corriente que emana copiosamente esta miel de la que nos habla Fromm. Una mamá boba de amor, radiante de felicidad, disfrutando ese tiempo de almuerzo con su hija. Una mamá que no sólo ama pero que también contagia alegría. Porque el amor sin alegría no imprime la misma sensación. No deja tanta huella. Y el amor con alegría es el elixir más exquisito que nos pueden dar a probar en la vida. Una mamá que no sólo da leche y alimenta sino que le agrega miel también a la interacción. La miel que representa la ternura, la mirada llena de amorosidad, la sonrisa, el humor, la dedicación, el contacto emocional y visual, la dulzura. Una mamá gozando su maternidad, su bello y tan deseado retoño, conectada con el momento presente, sin apuros, sin que nada la distraiga de lo más hermoso que tiene frente a sus ojos. Su hija amada. Qué observamos como respuesta en su beba? En esa relación de 1 a 1 donde recibe toda la atención y la mirada embelesada de su madre, por un contagio inevitable de todo lo que absorbe su pequeño cerebrito, y sus neuronas espejo, la imita, la copia, la espeja. Sos alegría y serán alegría. Sos amor y serán amor. Sos vital y radiante y serán vitales y radiantes. La beba muestra el mismo estado luminoso y jubiloso de su mamá. Una beba feliz, que ríe, que sonríe, que recibe tanta estimulación ambiental y tanta afectividad que hasta su lenguaje y sus movimientos parecen “de avanzada”. Su cerebro con una interacción así está en máxima conectividad neuronal en muchas áreas importantísimas para el desarrollo psicológico-físico-motriz-social-emocional-cognitivo-espiritual. Tratar de poner miel y alegría al amor que sentimos y les damos a nuestros hijos es la fórmula infalible para la salud y la felicidad. No es llevarlos a Disney. No es shopping. No es ocuparnos de sus asuntos, sus tareas, sus piojos, ser la Mamá-Chofer llevándolos a clases y deportes extra escolares todos los días. Todo ello es mucha leche pero sin miel no sabe rica. Es esto. Alegría y sonrisas. Mirada y disfrute. Amorosidad y conectividad emocional. Dedicación genuina y vivir el momento presente, sea con una papilla de zapallo en la mano, bañándolos o hablándoles, pero sintiendo el máximo deleite, poniendo miel en todo lo que hacemos. Sé miel. Sé alegría. Sé amor. Ellos serán exactamente tu reflejo. 🐝😊❤️ Valeria Couture De Troismonts Proyecto De Zero


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